miércoles, 25 de septiembre de 2019

Formación ciudadana para el desarrollo sostenible. Por Julio Alexander Parra Maldonado #OpiniónEN

“Una cosa es creer en que la historia marcha en la línea de un progreso indefinido, bien otra actuar con voluntad de progreso o, lo que es idéntico, con intención progresista”. 
Adela Cortina, La ética de la sociedad Civil. 

La educación sigue siendo uno de los espacios para la reproducción de cada sociedad, a la vez que la posibilidad de transformación de las mismas. Por más de 200 años, entre las ideas de ciencia, progreso, igualdad, justicia, libertad, desarrollo, comunidad e individualismo; se ha hecho presente la idea de ciudadanía. Y aunque no hay una definición universalmente aceptada destaco las concepciones legalista, política y social de la cualidad de ciudadano.

Este ciudadano contemporáneo es base del Estado Nacional, hacedor de las comunidades y destinatario de los esfuerzos de los grupos democráticos en el poder; es llamado a marcar un camino a ser transitado en un futuro global con mayor desarrollo tecnológico y la economía cambiante, tras la aparición de Internet y la formulación de nuevas expresiones organizativas (o más bien grupos de opinión), incluyendo el ecologismo, entre otros grupos de ciudadanos.

Pero no hay una opinión ciudadana común, ni única, para orientar la educación apropiada para el momento actual. Debemos buscar aspectos comunes y necesarios para la formulación de políticas educativas que respondan a estas tendencias, con intención progresista, cuidando los acuerdos políticos de la sociedad mundial. Atender a la Agenda 2030 de Naciones Unidas.

Hay una tendencia necesaria ¿acordada? como es el ambiente: el uso ¿racional? de sus limitados recursos, respeto a las diversas formas de vida, debate ético sobre la primacía de la especie humana, aceptación política del cambio climático, reconocimiento sociocultural de normas mínimas de convivencia (Cultura de Paz y Derechos Humanos). En fin, mostrar la necesidad de un acuerdo educativo mayor, que accione para un desarrollo sostenible.

En este marco, surgen estas propuestas básicas para desarrollar en cualquier instancia educativa, partiendo desde la escuela, para su currículo, planes, programas y proyectos de formación de ciudadanos con criterios ambientales:

1. Concepción global e integradora en la sociedad planetaria. Vivimos en un barco amenazado (Planeta Tierra) en el cual no es posible salvar a unos y abandonar a otros al momento de que se hunda esta nave. Nadie escapa a esa realidad.

2. Aprender haciendo, conocer viviendo. Donde cada vez que planteemos un aprendizaje, sea posible hacerlo, tocarlo, moldearlo, vivirlo. Programas y proyectos prácticos con procesos diarios en la escuela. A sembrar solo se puede aprender sembrando, y por supuesto llegando a la cosecha.

3. Docentes con experiencia, maestros que hayan hecho. Que quien enseñe, lo haya hecho; que pueda mostrar desde la experiencia la manera de aplicar el contenido temático, inclusive el ambientalista. Que desde sus logros enseñe como hacerlo, o desde los errores que no se debe hacer. Quien enseña sobre árboles, debe haber plantado y hecho crecer árboles.

4. La regla de las tres R. Reducir gastos, consumo o daños. Reutilizar o reusar equipos, productos, insumos y energía. Reciclar los residuos y desechos de los procesos escolares. Y otras R que podamos añadir como reparación, recuperación, rescate, respeto, recrear la escuela. Los recursos disponibles siempre serán limitados.

5. Ética para la vida. Principios, valores, acuerdos y normas para la convivencia en la escuela. Desaprender y aprender: educación cívica, educa acción ambiental, gestión de las emociones y productividad de las organizaciones. Para buscar el difícil equilibrio entre lo social, lo económico y lo ambiental.

Estas consideraciones no son exclusivas, ni determinantes. Son un marco general de actuación que permite establecer alternativas progresistas para una escuela que responda a una mirada globalizada, con acción ambientalista local.

[i] Educador. @jalexp1


Recirculado con fines informativos, desde:  https://www.elnacional.com/opinion/formacion-ciudadana-para-el-desarrollo-sostenible/

martes, 18 de diciembre de 2018

lunes, 4 de junio de 2018

8 ideas para repensar la escuela. Por Javier Tourón @jtoufi #Educación

Escuela Estadal Juan de Dios Dávila. El Morro. Mérida. Venezuela

1. Antes del siglo XX la escuela estaba organizada en función de las competencias de los escolares y su permanencia en los diversos grupos o clases dependía de su dominio de las competencias que en estas clases se requerían. Era una escuela típicamente no graduada.

2. La escuela moderna es típicamente graduada y se organiza en función de la edad, asumiendo que todos los alumnos de las mismas edades tienen, básicamente, las mismas necesidades y demandas educativas. Cualquiera sabe que la capacidad de aprendizaje de los alumnos de las mismas edades varía enormemente, incluso en los grupos considerados homogéneos. Las diferencias pueden llegar a más de dos o tres años de escolaridad.

3. La escuela actual basa el desarrollo del currículo preferentemente en la acción del profesor, sobre quien recae el peso didáctico, siendo el alumno en muchas ocasiones un mero espectador. Siendo así que el ritmo lo establece el profesor, de acuerdo con el grupo, la enseñanza se convierte en una actividad grupal no individual.

4. Una enseñanza grupal se orienta al alumno medio que, por definición, no existe en ninguna parte, por tratarse de una abstracción. Este modelo pone de manifiesto su deficiencia cuando pensamos en los alumnos de baja capacidad y con dificultades de aprendizaje, que lleva a hacer adaptaciones diversas del currículo para adaptarse a sus necesidades. Los alumnos más capaces raramente, si en que se da en algún caso, gozan de estos beneficios, entre otras razones porque no están identificados.

5. Se habla de “cambiar el modelo de enseñanza orientándola al aprendizaje y no a la transmisión de conocimientos”. Esta es una afirmación que conviene matizar y reformular, ya que me temo que no se refiere a lo que realmente dice. Brevemente, la transmisión de conocimientos (vía profesor, libros, medios electrónicos, etc.) es imprescindible para que se pueda promover el aprendizaje. La escuela siempre ha estado orientada al aprendizaje, ¿qué objeto tiene sino la transmisión de conocimientos, más que promover el aprendizaje de quien los recibe? Lo que probablemente se quiere señalar es que es preciso promover una escuela que fomente al máximo la participación de los alumnos en la adquisición de sus propios aprendizajes, huyendo de los métodos didácticos un tanto pasivos (lecciones expositivas, por ejemplo), que le hurtan a los alumnos el protagonismo que les pertenece. Esto se relaciona además con el interés por desarrollar el aprendizaje autónomo, el esfuerzo y la autoexigencia, sin los cuales lo anterior no pasa de una mera declaración de intenciones.

6. El aprendizaje siempre es personal y se produce como una conquista del que aprende. De lo que hay que hablar es de qué tipo de aprendizajes buscamos y de qué metodologías podríamos beneficiarnos para que éste fuera más flexible, más permeable, más abierto al cambio y a la modificación continua, tanta como corresponde al progreso de los saberes en cada campo de la actividad humana. Se dice que los saberes pasan enseguida, y que lo que permanece son los hábitos intelectuales que su adquisición ha promovido. Pero no caigamos en la ingenuidad de pensar que las capacidades intelectuales, particularmente cognitivas y metacognitivas, se desarrollan en el vacío. Se adquieren en el trabajo intelectual, en la adquisición de conocimientos (en sentido profundo), incluso de aquéllos que se volverán viejos pronto.

7. Para llevar esto a cabo es preciso que los profesores adquieran una formación que muchas veces no tienen. Que mejoren sus técnicas de evaluación como guía del proceso de aprendizaje, que mejores sus técnicas didácticas para acomodarse a las necesidades de cada alumno, siendo capaces de adaptarse a las necesidades de cada escolar.

8. La formación de los profesores tiene que darse en dos planos: uno tiene que ver con la formación pedagógica y didáctica permanente que fomente el manejo eficiente de estas técnicas de individualización. El otro con su capacitación intelectual. En cualquier profesión la formación continua es una exigencia inexcusable. En la enseñanza debe serlo más todavía. Los profesores deberían venir obligados, de acuerdo con las Universidades, a actualizarse en el área de conocimientos que imparten, para estar permanentemente “al día”. No basta con conocer lo que contienen los libros de texto de los escolares, es preciso un recorrido intelectual de mucho mayor calado. No olvidemos que “ningún sistema educativo es mejor que sus profesores”. Y unos profesores que no sepan mucho de lo que enseñan no estarán en condiciones de facilitar el aprendizaje de los alumnos, o lo harán deficientemente.

Texto recirculado con fines unicamente educativos, de